III.- EDUCAR EN EL SIGLO XXI

Tras el análisis realizado en las entradas anteriores, parece oportuno pensar que necesitamos otra forma de educar para las generaciones del siglo XXI. 

La educación es un empeño humano, el más humano de todos los empeños y el más humanizador, porque el objetivo de toda buena educación es contribuir a la construcción de hombres y mujeres cada vez más justas, libres, comprometidas y felices.

 Es decir con la EDUCACIÓN pretendemos, todos, humanizar más la especie humana…pero a la vez, en el acto de  EDUCAR, los supuestos educadores tenemos la posibilidad y también el reto de humanizarnos, de crecer en libertad, compromiso y felicidad…

Por otra parte, EDUCAR implica creer en la capacidad del otro de aprender, en su deseo de saber, en su capacidad para perfeccionarse, implica creer profundamente que los hombres y mujeres podemos mejorarnos unos a otros a través del conocimiento, y que juntos podemos construir conocimiento.

Por tanto EDUCAR no es una tarea fácil ni simple, más bien se trata de una tarea altamente compleja, que no podremos afrontar si no es desde el optimismo; es más, estoy profundamente convencido, a pesar de los tiempos complejos en que nos ha tocado vivir, que los EDUCADORES (familiares y docentes) debemos estar “condenados” al optimismo, y sino deberíamos abandonar este barco… No podemos ser pesimistas porque hemos de creer profundamente en la capacidad de nuestros hijos o de nuestros alumnos de superarse, de hacerse mejores personas a lo largo del camino de la vida.

Es vital buscar algunos principios básicos de la educación que nos ayuden a afrontar, a familiares y docentes,  este mundo incierto e impredecible que nos hace vulnerables. 

( En la próxima entrada del Blog se recogerán esos principios básicos ).



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