La evaluación de los aprendizajes de nuestros alumnos.
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Concibo la escuela viviendo y trabajando, y al maestro dirigiendo el trabajo;
dominando el movimiento general de la escuela; sabiendo en cada momento lo que
tiene hecho y lo que le falta por hacer; conociendo el estado en que se
encuentra cada niño; abriendo paso al escolar apto; empujando al retrasado;
animando al perezoso; dejando al que tiene iniciativa que la ejercite;
insistiendo con el torpe y volviendo a insistir con renovada energía si todavía
resiste ..." ( Santiago Hernández Ruiz ).
Si preguntamos a cualquier docente qué es o cómo tiene que ser la evaluación, la respuesta es clara y contundente, debe ser continua, formativa e individualizada. Pero, ¿ tenemos claro que significan estos tres aspectos de la evaluación ?, ¿ lo entendemos todos del mismo modo ?, ¿ nos ponemos de acuerdo a principio de curso para determinarlo ?.
Sinceramente yo creo que no. La evaluación continua significa que todos los profesores tenemos que tener siempre presente, a lo largo de todo el curso, la situación del alumno y su proceso de aprendizaje. Al principio para conocer su punto de partida y así determinar el nivel de sus aprendizajes, a lo largo del curso para reconocer sus dificultades y sus éxitos y así adecuar los aprendizajes y remediarlos, y al final para valorar lo conseguido e informar del mismo para el curso próximo.
Esta última suele ser la que más nos obsesiona, ¿ habrá conseguido los objetivos ?, ¿ este niño no puede pasar así, debe repetir un año más ?. Es el listón que solemos poner para que un alumno pase o no al siguiente curso.
Pero, a mi juicio, lo más importante es que la evaluación debe ser formativa, es decir tiene que ir muy unido el proceso de aprendizaje con el proceso de enseñanza. Si un alumno no mejora, se estanca, o tiene un rendimiento muy elevado, hay que modificar el proceso de enseñanza con medidas de ayuda, de refuerzo, de enriquecimiento, etc., si es posible siempre dentro del aula.
Por último la evaluación ha de ser individualizada. Cada alumno es diferente, cada alumno tiene su ritmo de aprendizaje. Cuando evaluamos a los alumnos no debemos compararlo con los demás, ni siquiera con el promedio de la clase, hay que compararlo consigo mismo. Cada alumno tiene su nivel de partida, sus capacidades, sus intereses, su entorno sociocultural y esto determina sus aprendizajes y su desarrollo.
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