Cap. 8. Mantener la pasión.

" Nunca se puede decir: ya he hecho todo lo que podía hacer. Siempre hay algo más: un niño con el que no te has portado bien del todo; una familia que está innecesariamente angustiada por problemas de la escuela; un maestro al que no le has servido de ayuda; un libro, un juego, una idea que pueden hacerte cambiar de opinión " ( Meier, 1995, p. 180 )

Para mantener la pasión con el paso del tiempo,  hay que alimentarla cada día y de muchas maneras. La enseñanza como pasión sigue siendo gratificante, si me apuras más gratificante aún. Todo lo que haces, todo lo que sucede en la práctica le vas dando consistencia teórica. Se me ocurre algunas cuestiones que se podrían hacer para mantener viva la pasión.

• Pensar que estamos tratando con las mentes de los niños. ¿ No hay nada más importante.
• Cada curso es un jardín nuevo donde tienes que plantar nuevas plantas y sacar nuevas flores. Tienes que enseñar matemáticas o tienes que enseñarles a leer y hacer que quieran leer.  Forjarles en la curiosidad y saciarles en esa curiosidad.
• Los niños son como un volcán que nunca sabes cuando va a entrar en erupción. Cuando esto ocurre tienes que ser como una fuerza apaciguadora y orientadora capaz de canalizar esa lava por el camino de la estimulación y la motivación.
• Dar para recibir. Las mayores y mejores recompensas que tenemos lo docentes vienen de los alumnos. Los docentes apasionados reciben de ellos mucho más de lo que le damos.
• Buscar nuevas fórmulas. Los docentes apasionados, que siempre tienen la llama encendida, buscan nuevas formas de enseñar con el fin de dar equilibrio a la rutina y a la variedad.
• Por último, si eres positivo, cierras la puerta de tu aula y piensas lo bien que lo vas a pasar con tus alumnos, nunca vas a fracasar, siempre vas a salir adelante. ¡¡ MI TRABAJO ESTÁ EN LA CLASE DONDE CUENTO CON LA AYUDA DE MIS ALUMNOS !!.