EJEMPLO Y TIEMPO

No puedo ni me parece apropiado reducir la educación a unas cuantas recetas, pero si quiero – para terminar con esta serie de artículos – señalar dos ideas fundamentales para la educación de los hijos. Son el ejemplo y el tiempo, dar ejemplo es la mejor manera de enseñar, y a los hijos hay que dedicarles, sobre todo, tiempo.
Enseñar con el ejemplo significa, por supuesto, cumplir lo que se dice, no acogerse a la “ ley del embudo “ que vale para todos menos para mí. Hay padres chillones que creen que la autoridad consiste en dar gritos, con lo que consiguen es que sus hijos aprendan a gritar igual que ellos.

El clima familiar tiene más importancia para la formación del niño que todo lo que puedan enseñarle fuera de él. De ahí que la escuela única o la educación para todos no llegue a tener los resultados buscados. El niño mama en la familia muchas cosas: el afecto, la disponibilidad, el sentido del deber, la paciencia y, por supuesto, la cultura que con más detenimiento le transmitirán en la escuela.

Por otra parte, es verdad que los aprendizajes son lentos y requieren tiempo, tiempo y paciencia infinita. Los niños, en efecto, necesitan tiempo, pero un tiempo repartido. Conviene insistir en ello porque la crianza y la formación de los hijos es un acto creativo. Son muchas las manos, las voces y las miradas que intervienen en este proceso, pero entre todos hay unos supervisores máximos que son el padre y la madre.

Dedicar tiempo a los hijos no es quedarse en casa con ellos, ni siquiera estar en casa cuando vuelven de la escuela. Es ser conscientes de que hablar con ellos, escucharles, ver con ellos la televisión, estudiar con ellos, jugar, ..... es una tarea en la que los padres son insustituibles.

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